lunes, 22 de marzo de 2010

Alpes suizos: Un poco de esquí y una raquetada

Después de algunas semanas de inactividad entre el accidente de Juanma y Alberto que le quitana uno las ganas de todo, el mal estado de la montaña y compromisos varios, la semana pasada regresamos a las montañas. Me refiero a Mr.Churches y un servidor, que Jorgito y Martita ya lo hicieron con el rotundo frascazo en el Teide de sobra conocido por todos. y que será difícil superar por generaciones venideras ¿Que todavía no lo conoces? Anda, pincha aquí y riete como el resto del planeta.
En fin, que como ya hizo Andrés el año pasado, nos fuimos a ver al amigo Manuel a los Alpes. Si el año pasado estaba por Austria donde Andrés probó las mieles del esquí de travesía, este invierno andaba por Suiza.

Aquí el chalet donde nos alojamos.

Uno de los muchos que hay en este cantón del Valais, muy cerquita de su capital Sion, conocida como la ciudad más antigua de Suiza.

Bueno, el caso es que habíamos ido a darle un poco al esquí alpino, una discilpina que algunos nisios aún no dominamos del todo, aunque también llevamos material por si se podía hacer alguna otra actividad. Al final tampoco hicimos grandes cosas, mucha nieve, temperaturas muy elevadas, alto riesgo de avalanchas y que al final eso del esquí engancha... Tras emplear un día en recordar los rudimentos básicos, que Andrés y yo sólo habíamos practicado unas tres veces anteriormente al final le cogimos un poco el truco. Sobre todo Andrés, que yo soy un poco más torpe. Ahí tenemos a Mr.Churches negociando una pista roja en descenso a Verbier, centro del complejo de Los 4 Valles, que tiene, agárrense, 400 kilómetros de pistas. En este link está toda la información por si alguno está interesado.

Y así echamos los días, unas bajadas, alguna que otra caída, remonte para arriba, pista para abajo y paradas a tomar una cervecita, que sitios no faltaban. en una de esas, Manuel sacó la foto de grupo, que no había presentado a la tropa. También estaban María y Erik, a quien los habituales recordarán de la reciente aproximación nisia al Pico Lezna

En fin que, para mí, una de las mejores cosas de este viaje, además de confirmar mis escasas aptitudes para el esquí, fue poder contemplar una vez más a los grandes colosos alpinos. Es lo que tiene que un remonte te suba a 3.300 metros sin despeinarte. Ahí estamos posando ante el Grand Combin (4.314m), Andrés señala con el dedo indicando que por allí, a 200 metros de la cima se quedaron Quique, Íñigo y él hacia ya unos años. Lamentablemente no hay material fotográfico para ilustrarlo, pero creeremos al chaval dada su trayectoria de fracasos montañeros.

El Grand Combin un poco más cerca...

Y un Grand San Bernardo más cerca todavía, qué majete.

Sigamos con las cumbres: la Dent Blanche (4.356m)
....el Cervino (4.478m)...

...otra vez el Grand Combin...

...y su majestad el Mont Blanc (4.808m)...

Y aquí todos juntos en un vídeo sin mucho zoom pero que da una idea de las vistas desde Mont Fort (3.330m) en teleférico.


Y al finalizar la jornada, a casa, ducha y lectura hasta la hora de la cena...

...o cervecita y siesta hasta la hora de la cena...

...si es que te dejaban dormir los cazas del ejército suizo, que andaban todo el día de prácticas en la base que tienen en el aeropuerto de Sion. Pero, si yo pensaba que estos tíos eran neutrales y pasaban de ejércitos?

El tercer día, terminé de resentirme de la lumbalgia que lleva ya un par de años tocándome la moral y me quedé en casa guardando reposo y tupiéndome a antinflamatorios. El resto de la tropa se fue a disfrutar, mírenlos, si es que son como niños...

El que disfrutó como un enano fue Andrés, que acabó bajando pistas negras y enfilando su carrera de sucesor de Alberto Tomba. Ahí bajan Erik, María y Andrés, por ese orden.

Aunque casi todos los días cenamos en casa, algún día bajamos a dar un paseo por Sion, que tiene un caso antiguo bastante majo...

...con rincones así de bonitos y curiosos restaurantes donde degustar crêpes, raclettes y fondues varias.

Luego, volvíamos a subir al chalet para deleitarnos con los atardeceres sobre las montañas del otro lado del valle.

El sábado, nuestro último día, decidimos acercarnos hasta el valle de Arolla, para dar un paseo con las raquetas de nieve. De camino, nos encontramos con estas chimeneas de hadas o como también las llaman por allí dames coiffées, o sea, damas peinadas, estas curiosas formaciones producto de la erosión.

Seguimos viaje y al ganar un poco de altura no podemos hacer otra cosa que parar el coche en la cuneta para deleitarnos con las vistas de la Dent Blanche. ¡Vaya montañón y vaya cara norte! Abajo el pueblecito de Les Haudères.

Un poco más cerca, parece que la montaña está ardiendo...

...Andrés quiso acercarse un poco más...

...para luego alejarse y captar una vista más general con un cielo precioso.

Cuando salimos de nuestro éxtasis proseguimos hsta Arolla, allí entre la oficina de turismo y la de los guías conseguimos algo de información. Pinchando aquí os ahorramos ese trabajo.

Desde que llegamos no podíamos apartar la vista de esa montaña, el Mont Collom (3.637m), que emergía sobre los tejados de las casas.

Así que, tras comprar unas viandas en un pequeño supermercado, nos calzamos las raquetas y empezamos a remontar el espectacular valle.

Hacia atrás dejábamos el pueblo, que también tiene algunos remontes...

...pero mirad la cara de felicidad del grupo. Por cierto, que la mía no era menor, con mochila y tirando de raquetas, la espalda no me dolía nada y eso que sólo había desayunado una tortilla de ibuprofenos.

A medida que nos acercábamos al fondo del valle, la cara norte del Mont Collon ganaba en espectacularidad, igual que el glaciar de Arolla, que cae por su vertiente occidental.

La nieve no estaba mal del todo, el día se estaba estropeando y nosotros caminábamos sin prisa siguiendo las huellas de bajada de los esquiadores.

Hasta que la cosa empeoró de verdad, se puso a nevar un poco y unas terribles rampas heladas nos obligaron a desistir... no se nota tanto que hemos tumbado la cámara ¿no?

Pues eso, que ya era hora de darse la vuelta y que tampoco queríamos meternos en jaleos, que bastantes avalanchas habíamos visto en las laderas del valle, así que para abajo.

Antes, por supuesto, paramos a comer el queso, salamis y mortadelas con un delicioso pan y nos hicimos la foto oficial con el emblema de nuestro insigne patrocinador.

Y ahora sí, para abajo.

Venga, un vídeo del lugar a ver si os hacéis una mejor idea de la grandeza de este sitio.

La nube seguía metiéndose y seguía nevandillo.

Andrés se hacía el remolón y disfrutaba cada segundo de estas montañas.

Allí vuelve.

Nosotros tardamos un poco más pero es que era nuestro último día y había que saborearlo.

Pues eso, que se queda uno sin palabras.

Ya vemos las casas de Arolla.

Ahora paseamos por el bosque...

...y llegamos al aparcamiento desde el que podemos contemplar la Aiguille de la Tza (3.668m).

Y como no podía ser de otra manera, acabamos la jornada con unas cervezas que, cumpliendo las normas no escritas que se aplican en estos casos...

...concluyeron con unos cánticos regionales, de la región del Valais, por supuesto.

Toda una experiencia esto de los Alpes, del esquí y que ya tenía yo ganas de volver a las montañas.
Si quieres descargarte el track de esta raquetada, pincha aquí. Y a continuación está el mapa de situación con la ruta que hicimos.

lunes, 15 de marzo de 2010

Subida NISIA al Teide... ¿3.718 metros? Noooo, 3.550 metros y gracias

Ya que este invierno está siendo algo duro y la palabra "calor" formaba parte de un recuerdo lejano en mi cabecita, Jorge y yo decidimos aprovechar los cuatro días que teníamos libres para escaparnos al paraíso del buen tiempo: Las Islas Canarias. Nunca habíamos estado en ninguna de ellas y no teníamos muchas preferencias, pero puestos a elegir, decidimos decantarnos por Tenerife para poder subir así uno de los volcanes más importantes de nuestro país, el Teide.

La verdad es que el viaje lo decidimos de la noche a la mañana y no tuvimos mucho tiempo para organizarnos, así que el día antes de partir miramos un poco en internet cómo estaba el volcán para poder subir. Queríamos saber qué material íbamos a necesitar, pero esta visita a la red nos aportó otros datos relevantes.. necesitábamos un permiso del parque para poder llegar a la cumbre. ¡Menos mal que todavía nos quedaban unas cuantas horas para partir a Tenerife! Así que llamamos al parque esperando que nos dieran el permiso y la cosa resultó peor... el permiso nos lo daban pero en invierno en imprescindible llevar una especie de "permiso" de la federación a la que pertenezcas para poder ascender, ya que el hielo y la nieve pueden complicar la ruta...

Y diréis, "¿dónde está el problema?... Aquí viene la explicación... Somos más nisios de lo normal y por increíble que parezca... NO ESTAMOS FEDERADOS... Éso sí, después de esta experiencia hemos jurado y perjurado que no nos volverá a pasar, en los próximos días pasaremos a ser unos grandes federados. Bueno, y tras reconocer nuestra gran nisiada, os cuento cómo fue el ascenso al "casi" Teide (vamos, hasta donde nos dejaron...) Partimos desde el Puerto de la Cruz con el pandita que habíamos alquilado y recorrimos el precioso valle de Orotava hasta entrar en el Parque Nacional del Teide. Allí, pasamos el primer parking y aparcamos el coche en el segundo, que se llama "montaña blanca". Está situado a unos 2.340 metros, antes del teleférico. Allí comienza la ruta a pie del Teide y para que no te pierdas te señalizan el camino con un precioso mapa.

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El día no podía ser mejor, a pesar de esta a bastante altura, la temperatura no bajaba de los 20 grados y el cielo estaba muy despejado. Antes de empezar hay una preciosa vista del Teide y es conveniente recordarla ya que es la única que hay del volcán durante casi todo el recorrido.
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El primer tramo es un sendero perfectamente marcado. Es muy sencillo y muy bonito, porque poco a poco comienzas a ver cómo cambia el paisaje.
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La vegetación va desapareciendo para dejar paso a un paisaje volcánico que sorprende bastante, sobre todo si nunca has estado en lugares por el estilo.
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Por si fuera poco, el viento adquiere fuerza y ofrece unos cielos únicos e impresionantes...
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Cuando fuimos cogiendo un poco más de altura pudimos disfrutar de un mar de nubes espectacular.
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Tras una hora aproximadamente de pateo llegas a una zona cuyo nombre me encanta... "Los huevos del Teide" oléeeee. Y el nombre se debe a que en el lugar hay bastantes piedras volcánicas de un tamaño enorme que como os podéis imaginar parecen los huevetes del volcán!
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Lo increíble es pensar que estas piedras tan grandes han llegado aquí "volando". Las erupciones de este volcán tuvieron que ser increíbles.
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¡Mirad cuántos huevos tiene el Teide!
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En este punto es donde comienza la segunda parte del ascenso y la más dura. De repente, el amplio y señalado sendero se transforma y se convierte en un camino con una inclinación muy considerable.
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Más o menos consiste en subir a lo burro por la montaña, pero eso sí, siguiendo un estrecho sendero porque está completamente prohibido salirte de él... cosas extrañas que se hacen para preservar un precioso paraje natural que cuenta con un enorme teleférico que te deja en la cima... sin más comentarios...
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En este trayecto ganas altura a una velocidad de vértigo y las vistas comienzan a ser impresionantes. Vas observando cómo el Teide se encuentra en una especie de cráter gigante... no sé explicarlo mejor, pero hay una foto en la bajada que refleja bien lo que intento explicar.
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En este tramos vimos uno de los poquísimos animales que viven en el Teide, son unas cucarachas que resisten a todo
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La pendiente cada vez era más pronunciada y poco a poco fue haciendo acto de presencia la nieve. Nos encontrábamos a más de 3.000 metros de altura, así que era muy normal.
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Tras otra hora subiendo por la montaña, por fin llegamos al refugio.
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Se llama el refugio Altavista. Está situado a 3.270 metros y desde él hasta la cumbre hay como una hora de pateo aproximadamente. Consta de dos edificaciones, tiene espacio para 60 personas y cuenta con todo tipo de servicios, desde una máquina de café hasta una enfermería y una cocina. Normalmente son muchas las personas que se quedan aquí a pasar la noche, no porque la ruta no se pueda hacer perfectamente en un día, sino porque si te quedas en el refugio puedes contemplar tanto las puestas de sol como los amaneceres del Teide, que según cuentan, son algo realmente único.
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Tras parar diez minutos para reponer fuerzas continuamos la ascensión. Este último tramo también consiste en una subida muy pronunciada. Aquí el mayor problema era que en algunos puntos habia hielo y por lo tanto, había que tener bastante más cuidado para no romperse la crisma.
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El paisaje en esta zona ya es completamente volcánico. Es realmente sorprendente, se asemeja un poco a los paisajes que imaginamos cuando pensamos en otros planetas.
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Como os podéis imaginar, aquí aunque continuaba brillando el sol ya hacía más frío y es necesario ir con equipación. Lo digo porque junto a nosotros comenzaron a subir algunos que iban en chanclas y luego pasa lo que pasa...
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El mayor problema de este último tramo es que nunca sabes lo que te falta porque no se ve el Teide por ninguna parte...
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Pero cuando ya estás hasta las narices de subir... ¡aparece la maravillosa cima!
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Una vez que has visto la cima, el último tramo se hace muy llevadero
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El mar de nubes es realmente espectacular.
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Ya estábamos al ladito del volcán.
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Y, por fin, después de unos diez minutos bordeando el Teide y tras unas tres horas y media de pateo...
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¡Llegamos a la cima nisia! Nos quedamos a 200 metros del cráter, estábamos a 3.550 metros de altitud. ¡No os podéis imaginar la rabia que da! Y sobre todo porque ves que estos 200 metros son más que fáciles, es un último repechín de nada en el que ni siquiera hay nieve o hielo. El punto en el que te prohiben continuar es donde está el teleférico, lo que da más rabia todavía porque nos parece increíble que se tomen tantas precauciones con los montañeros pero se permita instalar una máquina como éstas para que todo el mundo pueda subir a la cima. Es un tema complicado...
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Eso sí, desde aquí las vistas son maravillosas (ya se sabe, cada uno se consuela con lo que puede...)
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Una foto del teleférico. Según dicen, cada año suben en él 400.000 personas, cada viaje sale por unos 25 euros, así que... a echar cuentas, me parece que sale muy rentable.
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Pero bueno, es lo que hay. Así que antes de comenzar el descenso, ¡foto de cima!
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Y una de cima enamorados, que ¡nunca puede faltar! je,je.
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Una cosa curiosa es que cuando fuimos a bajar de repente vimos que estaba el camino cortado. Fuimos a preguntar al guarda y nos dijo que estaba cerrado porque había un hielo horroso... Os podéis imaginar nuestra cara... acabábamos de subir y sabíamos que no estaba mal, más bien todo lo contrario... afortunadamente, tras explicarle que acabábamos de subir por ese mismo camino el guarda nos permitió hacer el descenso, aunque eso sí, bajo nuestra responsabilidad... (he de decir que el guarda era muy majo, que conste)
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El descenso fue sencillo y muy divertido, porque más que caminar lo que hacías era "esquiar" por la pista.
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Los paisajes indescriptibles, mar de nubes por todas partes
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En el refugio la nieve comienza poco a poco a desaparecer y se contempla mejor el paisaje volcánico. Esta es la foto que comentaba antes, como podéis ver, el Teide se encuentra dentro de una especie de cráter gigantesco.
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El viento soplaba con fuerza y hacía que las nubes adquirieran unas formas muy chulas
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En cuanto desciendes a los 3.000 metros el calor vuelve a hacerse notar
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El tramo de la gran pendiente también cansa bastante en la bajada, porque como está formado por tierra y piedras volcánicas te resbalas todo el tiempo.
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Y cuando menos te lo esperas vuelves a ver ¡los huevos del Teide!
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En el último tramo nos lo pasamos bastante bien, comenzamos a practicar el "esquí de secano" (eso sí, no nos torcimos cincuenta veces los tobillos de milagro)
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Poco a poco los paisajes vuelven a tener color
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Y en unas cinco horas y media llegamos al punto de partida. A pesar de no haber podido hacer cumbre, la ruta ha sido maravillosa. Unos paisajes espectaculares acompañados por un tiempo perfecto, no se puede pedir más.
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Antes de partir con el coche volvimos a ver el increíble Teide y también unas formaciones rocosas situadas muy cerca que según cuenta Jorge, salían en los antiguos billetes de 100 pesetas.
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¡Qué paisaje más bonito!
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