viernes, 11 de septiembre de 2009

Expedición Nisia a Ladakh 1: Mi primera "cima" en el Himalaya

Viene de aquí

Algunos se levantaron con resaca después de la fiesta del día anterior. Nosotros, curtidos en mil batallas, estábamos tan frescos. Eso sí, cuando vimos a todo el pueblo otra vez reunido, nos temimos lo peor. Pero no, la despedida fue sencilla, sólo un poco de música...

...los trajes tradicionales...

...y multiples abrazos de despedida. Jesusín y su tropa de la tele se volvían para casa y, nosotros, por fin, empezábamos el trekking. ¡Yuleh! Esto quiere decir adiós y también hola en la lengua local, el ladakhí.

¡Al fin solos! No es que estuviéramos a disgusto en el pueblo, todo lo contrario, es que ya teníamos ganas de empezar a caminar. Allá vamos, dejando abajo los verdes campos de cebada de Khyengru.

Tras un rato por una pista de tierra, cogimos un atajo y pronto empezamos a divisar el pueblo de Digar. Parece que allí pondremos el campamento. Menos de tres horas de trekking, muy corto aunque sea el primer día, pero no salimos precisamente pronto y hubo no sé qué problema con los caballos que porteaban el material. Bueno, no importa, nosotros ya le estábamos echando el ojo a ese monte que hay sobre el pueblo.

Pasamos junto a otra stupa, siempre por la izquierda, y descubrimos que en Digar también han desviado el río en acequias y tienen sus cultivos de cebada.

Andrés echa la vista atrás. Al fondo se ve nuestra montaña y el valle que remontaremos en unos días hasta su base. Estamos dando un rodeo para aclimatar mejor y ver un poco la zona. Pues desde aquí parece que es más alta la de la izquierda.

Ya caminamos por los senderos de Digar y la tranquilidad que se respira es total. Ni un sólo ruido, sólo el del aire al mover las espigas...

...por ese collado subiremos luego al monte que vimos antes.

Otra vista atrás hacia nuestro objetivo con los campos de Digar en primer plano.

Poco más de dos horas tardamos en llegar a Digar, que está a unos 4.000 metros. Poco antes nos ha alcanzado Stantsing, uno de nuestros guías, que es de este pueblo. Al llegar, nos encontramos con este molino de oración y con dos de sus vecinos...

...estamos junto a un pequeño santuario, en esa gran roca hay un buda tallado y sobre él construyeron el pequeño edificio...


...a este simpático vecino le hace gracia la luenga barba de Manuel y ni corto ni perezoso le da un tironcito, qué cachondo el abuelo...

...después vuelve al molino y prosigue circundándolo con sus rezos, OM MANI PADME HUM...

También se acercan unos niños a curiosear, ese pobre se ha quedado frito y su hermana lo transporta como una mochila. Vaya dos.

Era la una del mediodía y Stantsing nos decía que había que plantar el campamento allí. Comimos el "packlunch", o sea, la bolsa del almuerzo consistente en: un huevo duro, una patata asada, un minisandwich, una chocolatina, una pieza de fruta y un zumo y decidimos aprovechar el tiempo. La idea era subir hasta el monte que habíamos visto sobre el pueblo. No tardamos en coger un poco de altura y en echar la vista atrás hacia el valle que empezaríamos a remontar al día siguiente...

...aunque nuestros ojos se posaron en aquella montaña del fondo a la izquierda. Parecía que al día siguiente sólo andaríamos hasta la mitad del valle, así que emepzamos a hacernos ilusiones con intentar ascenderla. En el pueblo se ve nuestra tienda comedor amarilla.

De momento vamos a seguir subiendo. Aquí una foto de celebración, acababa de superar los 4.170 metros y por tanto la altura máxima a la que había ascendido caminando, la del Toubkal. ¡Yupi!

La subida se ponía pindia y por roca un poco descompuesta. Pero nosotros cule cule y a ir aclimatando.

Parando cuando era necesario para tomar un poco de aire y de paso hacer a andrés un posado/robado. Por eso está un poco desenfocada.

El pueblo queda cada vez más abajo y empiezo a darme cuenta de que por estos lugares las distancias no son lo que parecen, las colosales dimensiones de las montañas engañan a la vista.

Por fin llegamos a la parte superior del cordal y vemos lo que nos queda por recorrer. Bueno, tampoco parece tanto.

Desde este lugar podemos asomarnos al otro lado y flipar con la visión del valle del río Shyok. Nosotros estamos en el Himalaya, pero las montañas del otro lado, que las nubes empiezan a tapar, ya son el Karakorum.

Ahora, a caminar por el cordal hasta llegar al punto más alto. Al fondo la montaña que vimos dede abajo parece aún más cerca.

El cordal empezó a hacérsenos largo. Cada repecho que subíamos pensando que sería el más alto de a cuerda nos quitaba la razón y comrpobábamos que más allá había una punta más prominente...

...así que, al final, fieles al espíritu nisio, llegamos a un punto en el que dijimos: "hasta la siguiente cima va a subir la madre que le dio a mamar los primeros calostros". Nos hicimos la foto, en una cima de 4.700 metros sin pañuelo del Bar Llamas (imperdonable), hice un vídeo que estoy intentando recuperar y emprendimos el descenso barruntando que llegaríamos al campamento casi de noche, que un nisio es un nisio en el Calvitero o en el Himalaya...

La bajada por los pedregales no estuvo exenta de unas risas y de unos educados cambios de parecer sobre el mejor camino a seguir...

...y tal y como preveíamos, entramos en el pueblo con las últimas luces del día...

...y llegamos al campamento, prácticamente de noche. Pues nada, nada a cenar y al saco.

Al final el día no fue malo. Hicimos unos mil metros de desnivel positivo, cogimos algo de altura para seguir aclimatando y el equipo, aunque nisio, parecía fuerte. Esto prometía. Sí señor.
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1 comentario:

SARITA dijo...

Me encanta tu foto con el Karakorum de fondo, el valle es impresionante!

Y efectivamente lo del pañuelo del Bar Llamas no tiene perdón..., no se si os van a validar la cima...

Un saludo.